domingo, 21 de octubre de 2018

¿Nos merecemos una vida low cost?


Siempre que me pongo a reflexionar sobre algunos temas trascendentales suele ser en horario de la noche y durante una guardia tranquila. Los pensamientos se agolpan por salir y cuesta ponerlos en un orden coherente, en una especie de equilibrio cognitivo que permita llegar a la idea esencial de la reflexión. 

Más allá de mi caos creativo y de mi torpeza intelectual hay un mundo lleno de obviedades y pequeños detalles que pasan desapercibidos al escrutinio visual diario. Vivimos en un mundo rodeado de personas que son personajes en sus propias vidas, rodeados de títeres de un sistema megalomaníaco e injusto. Vivimos en un atrezzo de emociones de escaparate y sonrisas de sábado por la noche; vivimos en un mundo low cost.

Nos conformamos con unos cuántos likes en las redes sociales o aquel vídeo que se hizo viral porque una persona discapacitada cantaba francamente mal pero había que darle una oportunidad. Nos conformamos con un buenos días a medias, con tener 5000 amigos virtuales y solo 5 con los cuáles llorar a mares o reír a carcajadas.

Nos conformamos con recibir todo a trozos, a retazos de una realidad manipulada por la desidia de los funcionarios y los políticos que piensan primero en ellos y luego en el pueblo oprimido que con sus impuestos paga sus excesos.

Todos los días vivimos solo una parte del día, sonreímos a veces y sin ganas, amamos con lo que nos queda para pasar la tarde, viajamos en compañías low cost, siempre de ofertas, siempre pidiendo limosnas emocionales. 

Aguantamos a personas tóxicas a diario, aguantamos comentarios francamente hirientes y malintencionados, jefes ineptos y déspotas.

Lo siento, mi cabreo es con aquel ser humano que hace mucho tiempo dejó de ser feliz sin trabas; de hacerse la foto que 10 años después al revisar en aquel cajón aún logra emocionarle.

El ser humano ha cambiado la habilidad de soñar con cometas y con días de playas por viajes interminables por islas afrodisíacas, eso sí, hipotecando el futuro y el sueldo que aún no ha llegado, hipotecando el descanso y el equilibrio emocional.

Hemos roto la barrera de contención entre lo que podemos obtener y lo que queremos, hemos ponderado el consumismo antes que el equilibrio económico, hemos abandonado lo justo por lo que me merezco.

Y... estoy seguro que hemos fracasado, seguimos en caída libre....hacia el abismo de la vida low cost.

Nos toca reflexionar, ser más humildes, pero más seguros. Nos toca sobrevivir sin limosnas, sin barreras emocionales y sin pensamientos tóxicos que nos dominen.

Nos toca ser felices... o al menos intentarlo, pero con todos nuestros recursos, con la tarifa plana de vivir a plenitud cada día.

Me toca... te toca... nos toca VIVIR.


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