domingo, 1 de enero de 2017

Preceptos para el amor eterno

Alguien me dijo que en la vida era el todo o nada, lo sublime o lo imperfecto, blanco o negro. Me dijo que los matices eran el punto intermedio donde lo gris se vuelve eterno y lo tuyo pasa a ser nuestro.

Vivimos en un código binario de emociones, en un duelo matemático de percepciones sensoriales guiadas por la neuroquímica de ese sistema límbico que en tantos líos nos mete. Somos el todo para algunos y nos convertimos en la nada para otros, sin mediar tiempos, ni siquiera pasados compartidos ni los sueños deshechos.

Somos los números uno para asumir los retos, desenredar las telarañas y para sostener cargas ajenas. Somos los números uno para no violentar intimidades, no exigir compensación por los daños emocionales y resistir sin desmoronarnos por dentro.

Nos enfrentamos a la vida sin corazas, como si de metal estuviéramos hechos....nos compensan las caricias y los besos. Vamos por la vida mendigando emociones nuevas....

Y a veces cuando escuchas historias ajenas, contadas en primera o tercera persona, descubres que si existe ese amor verdadero, que te acompaña toda la vida, que supera el paso de los años, el envejecimiento del cuerpo y el alma. Ese amor verdadero que supera la monotonía, el hastío de lo cotidiano, la amargura de lo conocido, e incluso rejuvenece cada vez que se detiene el tiempo en ese beso de buenos días, el café recién hecho y esa palmadita en la espalda...diciendo adelante que tú puedes con todo.

Yo conozco historias sencillas, de amores adolescentes que conquistaron sueños, futuros compartidos y que un día el destino truncó con ese afán de quitar lo bueno del medio. Ese amor que jamás muere, que pasan los años y lo sientes como el primero. Ese amor que se queda dormido y detiene el tiempo, que espera en algún sitio a que vuelvan las buenas nuevas, el desayuno juntos y las confidencias en los desvelos.

El amor verdadero no termina con la vida...,, el amor verdadero conquista los sueños.

Yo conozco historias sencillas de amores imposibles que se hicieron eternos, conozco incluso amores con sabor a mar y con olor a sueños.

No existe una fórmula para tener el amor eterno, pocos son los afortunados, pocos encuentran ese destino cierto, el puerto seguro donde pueden anclar estos versos.

Si quieres un amor eterno no lo busques, el destino en su afán de sorprendernos. lo pondrá en tu camino... eso sí estate atento que solo pasa una vez en la vida y ahora lo puedes estar perdiendo.